Nuestra especie deja huellas a menudo imborrables sobre un suelo fértil que no nos ofrece más que vida.
Usamos fuerzas ancestrales contra inmensas cantidades de seres vivos en nuestro beneficio económico, empañándose con vergüenza los rostros de los que no hemos participado en tal barbarie, pero pertenecemos a la misma especie.
Los Inopia tratan de arreglar el desastre como pueden, podando las ramas muertas para que la fuerza vital se concentre dentro del árbol para poder brotar de nuevo, mientras llevan agua hasta un koala herido.